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Por Temtsel Hao Open Democracy News Analysis
Online29 de abril de 2009
La capital de la comunidad tibetana en exilio es un crisol donde la identidad nacional y política está siendo restaurada. El proceso también vuelve aparente los flujos de la política y el pensamiento oficiales de China con respecto a Tíbet, dice Temtsel Hao.
La actitud de las autoridades en la República Popular China (RPC) hacia el Dalai Lama y los tibetanos en exilio es reminiscencia de la respuesta de Joseph Stalin cuando al dictador soviético se le advirtió evitar el conflicto con la iglesia católica: "¿Con cuántas divisiones cuenta el Papa?"
El desdén rutinario de Beijing tiene eco en La China Infeliz, un trabajo de súper venta de un grupo de portavoces con estilo personal para el nacionalismo chino. Uno de los autores dice que China no tiene necesidad alguna de discutir con Occidente si Tíbet fue parte de China históricamente o si es parte legítima de la China actual: China sólo necesita dejar en claro que ocupó Tíbet en 1959. ¿Qué puede hacer Occidente? El caso de realismo brutal y "poder fuerte" en los que el verdadero control importa más que cualquier justificación moral o histórica, revela una corriente de pensamiento significativa en la China contemporánea (ver Song Xiaojun, Wang Xiadodong, Huang Jisu, Song Qiang & Liu Yang, La China Infeliz (Unhappy China) [Jiangsu, People's Press, 2009]
La respuesta a la versión actualizada de la pregunta de Joseph Stalin está clara a partir de una visita a Dharamsala al norte del estado indio de Himachal Pradesh done el Dalai Lama y el gobierno tibetano en exilio se establecieron desde su huída de Tíbet hace cincuenta años. El líder espiritual de Tíbet no tiene ninguna división, excepto algunos guardaespaldas (no armadas) en su residencia. A lo largo del camino por la montaña que lleva a Dharamsala, un visitante puede ver muchos soldados – pero ellos son gurkha, y pertenecen a las fuerzas armadas de India que están establecidas en las cercanías. En realidad, muchos vienen aquí justamente porque Dharamsala representa los valores predicados por el Dalai Lama y personificados por las comunidades tibetanas en exilio: la armonía de las culturas tibetanas e indias, la tranquila inspiración del espíritu, "el poder blando".
Un escultor de madera ghurkha me dijo que cuando los tibetanos llegaron a McLeod Ganj (la parte alta de Dharamsala, recinto del templo y la residencia del Dalai Lama) en 1960, la pequeña estación montañesa construida por los británicos sólo tenía tres residencias. La presencia de los tibetanos ha traído turismo y prosperidad económica a la región, y todos los lugareños se han beneficiado. Él se preocupa de que un arreglo del tema de Tíbet que llevó a los lamas tibetanos a dejar su hogar resulte negativo para la economía y trabajos locales. Sarnas, un escritor hindú en el área quien creció junto a la comunidad tibetana en Dharamsala, también es pesimista sobre el posible regreso de los tibetanos a su tierra; pero él alaba la armonía y riqueza culturales que ellos trajeron al lugar.
El otro lado
La presencia tibetana en Dharamsala – "La pequeña Lhasa" – la ha vuelto una atracción global para peregrinos, turistas y montañeses. Al otro lado de la montaña del Himalaya, el cierre de Lhasa en sí a turistas y periodistas extranjeros desde las protestas y las resultantes medidas represivas en marzo de 2008 ha acentuado esta tendencia. En las calles, cafés y restaurantes de McLeod Ganj, los monjes tibetanos se mezclan con turistas internacionales y extranjeros "localizados" que han pasado muchos años en los monasterios y organizaciones voluntarias aquí. Muchos de ellos usan vestuario tibetano o indio.
En la Región Autónoma de Tíbet (RAT) y todo lugar en China, la presencia de tibetanos exiliados y los retratos del Dalai Lama son tabúes políticos. Pero en Dharamsala todo está a disposición desde "el otro lado": noticias en televisión y propaganda en distintos canales chinos en idioma tibetano, dramas y (nuevamente) programas de propaganda doblada al tibetano. Su audiencia objetivo original son los tibetanos étnicos que viven en la RAT y en regiones vecinas a la RPC donde muchos tibetanos residen (Qinghai, Gansu y Sichuan – o en las tibetanas U-Tsang Amdo y Kham).
Los oficiales del gobierno tibetano en exilio expresan su confianza en cuanto a que los tibetanos en Dharamsala no resultarán con un lavado de cerebro a partir de estos canales de televisión chinos, incluso es algo bueno para las comunidades tibetanas para conocer los argumentos chinos. De hecho, algunos tibetanos jóvenes en Dharamsala me indicaron riéndose algunos absurdos en la propaganda de los programas de televisión. Los oficiales tibetanos, cuando consultados sobre cómo van a manejar la gran ofensiva internacional del gobierno chino, expresaron su confianza en que el mantenerse abiertos y honestos es todo lo que necesitan.
Sus recursos pueden ser débiles cuando comparados con los de Beijing, pero ellos confían en que la verdad está de su lado y que la campaña del gobierno chino no logrará el objetivo esperado. Como evidencia, el oficial del gobierno en exilio, Thubten Samphel citó un anuncio de doce páginas que alaba las políticas de China en Tíbet que apareció en el periódico Daily Times de Malaui en marzo de 2009. Thubten Samphel dijo que la presentación -costeada por la embajada china en Lilongüe-, en realidad ayudó a la causa tibetana al internacionalizar el tema en el distante Malaui, donde sólo unos pocos habían oído de Tíbet.
La ecuanimidad tibetana se está viendo afectada. Dharamsala es más pequeña que una ciudad regular en China y posee recursos económicos modestos, aunque hay una notable calma ante la tercera economía más grande y (probablemente) poder militar en el mundo. Algo de esto puede deberse al regular flujo de nuevos arribados desde Tíbet. El gobierno chino ha usado una variedad de formas (desde el control de información a una fuerte inversión en infraestructura y proyectos de viviendas) para convencer a los tibetanos que están mejor bajo su cuidado. Esto no ha detenido a los tibetanos a arriesgar sus vidas en arduos viajes por el Himalaya para comenzar la próxima etapa de sus vidas como refugiados. Conocí a algunos de estos tibetanos en un centro de recepción de refugiados. Algunos querían una mejor educación, otros deseaban hacerse monjes en los monasterios, algunos sólo querían una vida mejor; ninguno quería regresar a su patria mientras estuviese bajo control chino.
Muchos de los refugiados tibetanos en Dharamsala saben chino. Un pasatiempo favorito de los jóvenes es ir a los cafés Internet, ver video-clips chinos y sacar ventaja del software popular para chatear en línea con jóvenes chinos. Un visitante rápidamente se da cuenta de que los tibetanos que hacen llamadas internacionales a sus parientes y amigos al otro lado del Himalaya, a menudo, hablan en chino.
Los jóvenes tibetanos que han sido educados en el sistema chino, incluyendo aquellos que llegan hasta Dharamsala, son fluidos en chino. Tsegyam, el secretario del Dalai Lama me dijo que desde los años 80, las autoridades chinas instauraron un programa a gran escala con la intención de producir una nueva generación de tibetanos pro China. Esto implicó seleccionar a niños tibetanos para que enseñen en escuelas especiales en las diversas provincias chinas. Los primeros graduados tibetanos de estas escuelas ahora ya tienen 20 años; muchos son muy activos en su expresión de sentimientos nacionalistas pro Tíbet en foros chinos en línea.
Un mundo de diferencia
El político de Singapur, Lee Kuan Yew sugirió que los chinos solo necesitan una cosa para resolver el problema tibetano: tiempo. "(Los chinos) necesitan tiempo para traer una nueva generación (de tibetanos): hablando chino, pensando como chinos e integrándose … a China", expresó un ex primer ministro en una entrevista en abril de 2009. La evidencia de las permanentes protestas anti China en las regiones tibetanas de China, el continuo flujo de tibetanos a Dharamsala, y el comportamiento y actitudes sociales de los jóvenes tibetanos demuestran que aquellos que incluso "hablan chino" no necesariamente "piensan como chinos".
Lo que asumen las palabras de Lee Kuan Yew – que los chinos piensan de una forma parecida, y que los tibetanos pueden ser asimilados-, puede relacionarse a su fe de largo tiempo en "los valores asiáticos". La opinión del actor de cine de Hong Kong Jackie Chan, quien dijo en una conferencia de líderes de negocios que "los chinos necesitan ser controlados" , refleja una creencia similar. Pero muchos chinos rebaten la idea de que el autoritarismo sea beneficioso y que ellos hayan de someter sus voces y aceptar la usurpación de sus derechos. En la opinión de ellos, "pensar como chino" significa pensar como un pueblo libre.
Incluso los nacionalistas chinos de izquierda que produjeron La China Infeliz (Unhappy china) combinaron su llamado a una mayor aserción de los derechos nacionales de China en la arena internacional con énfasis en que China necesita "mejorar los derechos humanos internamente" . En esto, ellos evitan, al menos, la presunción de muchos de sus contrapartes occidentales que niegan los derechos humanos y cívicos a los chinos (y otros) sólo porque son los americanos u otros occidentales quienes hacen el llamado.
Una presunción separada aflige a aquellos forasteros que sí apoyan los derechos humanos y cívicos para los chinos, pero que tienden a asociar el tema con una política orientada hacia el exterior de anticolonialismo y nacionalismo anti Occidente. En estos, ellos se niegan a reconocer que los tibetanos –al igual que otras minorías étnicas no chinas-, puedan tener motivos de queja legítimos en sus propios términos, independiente de la geopolítica de China versus Occidente.
Algunos intelectuales y escritores liberales en China comparten este punto "ciego", en el que ellos también niegan la existencia autónoma de temas étnicos y derechos para las minorías. Ellos arguyen que el problema tibetano es el producto de la tontería ideológica de los comunistas chinos al copiar la teoría y políticas de Lenin y Joseph Stalin sobre la nacionalidad. Al reconocer la realidad de la diferencia étnica y al prometer un grado de libre determinación y autonomía a las diversas "nacionalidades" , los comunistas chinos crearon problemas imposibles en el manejo y control políticos para ellos mismos (ver Li Datong, "El Tíbet de China: un tema sin respuesta", 16 de abril de 2009).
El defecto en este punto de vista es que al cargar la responsabilidad de los problemas étnicos exclusivamente a los chinos comunistas, no se puede entender las identidades étnicas (excepto aquellas de los chinos Han) en términos de las verdaderas diferencias sociales, culturales y territoriales. La implicancia es que un cambio de política bajo un gobierno central de otro tipo resolvería el "problema" tibetano y cualquier otro.
Pero la experiencia de anteriores regímenes chinos sugiere que aquí existe un gran elemento de evasión, Sun-Yat-Sen, "el padre fundador" de la República de China, creía que la integración debía alcanzarse al "asimilar todos los distintos pueblos en China en una sola nación". Él recomendó "imitar a los Estados Unidos", de manera que "chinos, manchúes, mongoles y tibetanos sean asimilados en una nación china y formen un estado-nación" . Su sucesor Chiang Kai-shek ni siquiera reconoció la existencia de nacionalidades distintas y dijo que todos los diversos pueblos dentro de China eran del mismo grupo.
El evitar la realidad de esta diferencia, la legitimidad de las identidades étnicas, y la existencia de las quejas y aspiraciones colectivas, tiene así raíces más profundas en la historia china. Muchas personas dentro y fuera de China de aparente diferencia, de izquierda o liberales, posturas políticas, han llegado a compartir esto. Esto le otorga a la agenda definida por las autoridades chinas en Tíbet y otras regiones de minorías no chinas, un avance libre.
Un vacío chino
Los líderes chinos en cuatro décadas –desde Deng Xiaoping y Jiang Zemin hasta Hu Jintao y Wen Jiabao-, todos han expresado en algún momento ideas muy similares sobre los problemas étnicos, lo que refleja una mentalidad que podría llamarse `reducción económica y política'. La idea de que el desarrollo económico en las regiones minoritarias, respaldado por un estado poderoso dedicado a una agenda de asimilación, sería suficiente para disolver los problemas no ha resultado en Tíbet y ningún otro lugar.
El contraste entre las fallas de comprensión de las autoridades chinas aquí y la mentalidad de los tibetanos en Dharamsala destaca los límites del enfoque de Beijing. Hu Jintao puede haber dicho al 17º congreso del Partido Comunista Chino en octubre de 2007 que China necesitaba aumentar su poder blando, pero esto no se extiende al tema tibetano. La designación de los acontecimientos de 1959 en marzo 28 de 2009 como "Día de la Emancipación de la Servitud" recicló la visión de la sociedad tibetana antes de 1949 como atrapada en la esclavitud teocrática, varias "etapas" atrás en la sociedad china misma en la jerarquía de Marx en cuanto al desarrollo social. Pero el abandono de la ideología marxista por parte del partido chino en mando sólo enfatiza su vacío intelectual, la carencia de un sistema de creencia persuasivo que puede competir con el prometido por el Dalai Lama y el gobierno tibetano en exilio.
De nuevo, el sorprendente desequilibrio de poder no resulta cómodo para la autoridad china que ve al Dalai Lama como la fuente del problema. Pues, son los tibetanos en Dharamsala quienes completaron la reforma democrática de su modelo de gobierno, incluyendo una separación de poderes. Esto ha alcanzado incluso un efecto mayor; el vocero del gobierno tibetano en exilio, Penpa Tsering, me dijo que Bután ha aprendido de la constitución tibetana en su propio experimento democrático. China ha apostado el futuro del tema de Tíbet fuertemente en la sucesión del Dalai Lama, pero el mismo Dalai Lama ha puesto el tema de la sucesión en un marco más impersonal y democrático. "El tema de Tíbet no se relaciona con el futuro del Dalai Lama", dice él. En un marco democrático comparativo y global, ¿quién se encuentra delante del otro?
La estrella que cambia Dharamsala tiene cierta afinidad con un lugar chino que de igual forma se volvió un sitio de atracción cultural, ideales políticos e inspiración personal – y entrenamiento de grupos para prepararlos para el momento de la transformació n. Éste es el Yanan de la era de la guerra sino-japonesa (1931-45). La visita de Edgar Snow en 1936, registrada en La Estrella Roja sobre China, inspiró el peregrinaje de muchos jóvenes idealistas chinos al santuario de los comunistas chinos en las cuevas de Yanan.
Los cincuenta años de mando comunista en Tíbet han visto miles de jóvenes tibetanos que escapan hacia Dharamsala, en muchos casos encontrando el santuario también del progreso personal; Dharamsala ha permitido a personas de las áreas tibetanas pobres, rurales, de escasa educación y pocas perspectivas de carrera en China, llegar a ser profesionales (editores, eruditos, funcionarios de gobierno) cuyos horizontes se extienden por el mundo.
Hoy, Dharamsala, al igual que Yanan en los años 1930-40, enfrenta su propio "problema" de un gobierno chino poderoso e inflexible. Ha acumulado muchos bienes en este camino de cincuenta años (incluyendo el crédito resultante de los equivalentes a Edgar Snow, que contribuyó inmensamente a su poder blando). Tal vez, lo más importante es la experiencia de las generaciones de tibetanos que han ayudado a crear y renovar la identidad e instituciones políticas tibetanas. Ellos serán parte del futuro de Tíbet. El reconocimiento de esto por parte de China, como diría Lee Kwan Yew, es sólo cosa de tiempo.
Nota: Temtsel Hao es un periodista del Servicio Mundial de BBC en Londres. Además de sus informes, columnas escritas y blog sobre China y asuntos internacionales, Temtsel también escribe sobre temas de minorías étnicas en China y la libertad de prensa.
Postado por Rogel Samuel via e-mail